Con referencia a los tipos identificados por Emest Kilbum Scott, los entendidos actuales se debaten entre tipo «lobo» y tipo «oso». En otras palabras, entre los perros seleccionados sobre líneas de sangre norteamericanas o inglesas.
Los samoyedos de barras y estrellas se distinguirían por su talla superior, una estructura más atlética, un mejor movimiento y paso ventajoso, la textura del pelo más dura, las olejas más juntas pero a veces alargadas, el cráneo menos ancho, el hocico más largo y la cabeza globalmente menos cónica. Los perros británicos serían (el condicional es obligatorio) más pequeños, con pelo cambiante, más abundante pero muchas veces con poco volumen, la cabeza rigurosamente cónica, las orejas más pequeñas y bien separadas (en ocasiones demasiado).
Por desgracia, el problema es que como siempre a ambos lados del océano se ha criado con criterios distintos. Los ingleses, que ven la nieve sólo en postales, han centrado la selección en los rígidos cánones del show-dog, es decir, perros de gran efecto (no necesariamente de gran cuerpo, cosa que los jueces tratan de combatir «tocando» mucho), muy ricos en pelo, a veces demasiado compactos, contraídos en movimiento y a menudo carentes de características morfofuncionales capaces de hacerlos creíbles como perros de trineo. En cambio, los norteamericanos han visto en el samoyedo en primer lugar un perro de trabajo y sólo en un segundo término de exposición. Hallamos por tanto físicos muy potentes, con una gran textura de pelo y entrepelo más en la cantidad justa; movimientos armoniosos, todo ello en perjuicio de la estética, dado que características de este tipo se han mostrado acentuadas en ejemplares con cabezas que, para entendemos, pueden definirse como lupoides y por tanto alejadas del ideal.
En España se ha tratado de hallar el punto intermedio, inicialmente con excelentes resultados; en épocas más recientes, a causa de la moda, deforma bastante confusa.
Lo ideal sería un samoyedo con físico, pelo y paso norteamericano, y cabeza inglesa.
Por último una duda: si de una raza existen -como se pretendería para el samoyedo- dos tipos, o bien uno es correcto y el otro no, o bien no lo son. La antigua Rusia y los países nórdicos, a los que hoy en día, después de la «restitución» de la raza, se les ha confiado el arbitraje, no parecen aún estar a la altura de dar una respuesta exhaustiva.
Sin comentarios